El domingo de Pascua es el día verdaderamente grande y
esplendoroso de la Iglesia de Dios. La idea del triunfo de Cristo sobre sus
enemigos lo llena todo. Todos los textos del rezo litúrgico y de la Misa son
gritos de victoria, reforzados por repetidos y jubilosos aleluyas. Esta Pascua
es como la primavera de las almas: en ella se renueva todo, y se robustecen la
Fe, la Esperanza y la Caridad.
RESURREXI
Introito
de la Misa de Pascua
Resucité,
y aún estoy contigo, aleluya;
Pusiste
sobre mí tu mano, aleluya;
Admirable
es tu sabiduría, aleluya, aleluya.
Probásteme,
oh Señor, y me conociste.
Has
conocido mi muerte y mi Resurrección.
SECUENCIA
Hermosa
prosa probablemente de Wipon, Capellán de la Corte de Conrado II y de Enrique
II (siglo XI)
A
la víctima pascual consagren los cristianos alabanzas.
El
Cordero redimió ovejas: Cristo inocente reconcilió a los pecadores con su
Padre.
La
muerte y la vida se trabaron en imponente duelo: el Autor de la Vida, aunque
murió, ahora reina Vivo.
-Cuéntanos, María, qué es lo que viste en el
camino.
-Vi el sepulcro de Cristo, que otra vez vive,
y también vi la Gloria del Resucitado.
Vi por testigos a los Ángeles; vi su sudario y sus
vestidos.
Resucitó Cristo, mi Esperanza: delante de vosotros irá
a Galilea.
- Sabemos que Cristo resucitó; por tanto, tú, ¡ Oh, Rey vencedor!, ten
misericordia de nosotros. Aleluya.
(tomado del “Misal Diario Para América”, por el Muy Rdo. Padre Don Andrés Azcárate
O.S.B., Buenos Aires, 1946).
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