Vivimos en este mundo moderno donde la humanidad
herida mortalmente cree paradójicamente estar en la exaltación de su
naturaleza profundizando así el amargor de esta llaga.
Y esta llaga no es más que el tedio y hastío en la sensualidad, las vanidades de este mundo y el sin fin de entretenimientos que cubre nuestra vista de lo que verdaderamente vivifica y eleva el espíritu. ¿Acaso no escuchamos la voz que clama por un remedio eficiente y un lugar en donde nuestra alma pueda reposar?
Decidámonos y corramos a la salud que solo el
Cristo, nuestro divino redentor, puede darnos, dejemos que cure nuestra
humanidad caída y encienda en nosotros el fuego de su amor y que el celo por su
casa nos derrita.
¡Oh mundo que agoniza, cuándo reconocerás que tu
salud yace en la unión con tu Creador!
Y así puedas decir con el Salmista: “El Dios
nuestro es un Dios que salva; por el Señor Yahvé escapamos a la muerte”
LORENZO LEÓN