Montevideo, 20 de septiembre de 2020
Señor Director:
La
pretensión del Fiscal Rodrigo Morosoli
de someter a juicio al ex Comandante en
Jefe del Ejército Guido Manini Ríos acusándolo de no haber denunciado un hecho
delictivo ha generado en la sociedad uruguaya una crisis de repercusiones
institucionales, políticas y jurídicas tan graves como impredecibles.
El Magistrado resumió su postura manifestando ante la prensa “lo que la Fiscalía sostiene en este caso es que el señor en cuestión no comunicó a la Justicia...; tampoco comunicó a su superior jerárquico...; es lo que queremos probar en juicio oral y público...; aquí hablamos de intención deliberada de no dar cuenta...”
El hoy Senador Manini Ríos ‑a su vez‑ afirma que actuó ateniéndose a
las normas de conducta que le imponía su investidura, que realizó las
comunicaciones pertinentes en el debido momento a quien debió hacerlo y que falsea
la verdad quien dice que ocultó información.
Pero
el Fiscal Rodrigo Morosoli da por
falsas tales aseveraciones. Y a su criterio el que Manini haya presentado en el Ministerio
de Defensa las Actas del Tribunal de Honor al que fue sometido el
Teniente Coronel José Nino Gavazzo
meses después de haberse labrado las mismas ‑en las que se mencionaba el crimen de marras cuyo perpetrador incluso había
sido ya juzgado por tal motivo tiempo atrás‑, constituye un delito lo bastante serio como para reclamar su desafuero
rechazando in limine su alegato y
desestimando por completo uno de los más básicos principios jurídicos: in dubio pro reo...
Semejante
actitud parece sustentada en la respuesta que dio el ex Presidente de la República Tabaré Vázquez a su pregunta: ”¿El Dr. Menéndez le comunicó o le puso al
tanto (sic) de alguna forma sobre si Manini Ríos había avisado al Ministerio ‑a
las autoridades civiles del Ministerio‑ el contenido del expediente, más allá
de esa carta y de los fallos en sí mismos...?”Balbuceando confusamente ‑según consta en la grabación de su comparecencia
‑ el ex Primer Mandatario respondió:
“Me
dijo que..., este...., Menéndez no..., que
Manini no había comunicado nada previamente...” ([1])
Innumerables
hechos conocidos a través de la prensa debieron llevar al Fiscal Morosoli a la convicción ‑o al menos a una fuerte sospecha‑ de que Tabaré Vázquez miente...; que suele hacerlo con cinismo, avilantez
y contumacia y que por tanto él también podría estar siendo víctima de su
empedernida mendacidad. Para ello le habría bastado recordar ‑por ejemplo‑ una de sus más recientes fullerías:
cuestionado por haber exigido la implementación de una cuarentena total en el
país para enfrentar la pandemia en curso, Tabaré
Vázquez manifestó que jamás había expresado tal cosa...; y a pesar de las
evidencias por todos conocidas, hasta hoy puede vérselo trapicheando con impudicia
en lugar de admitir que verdaderamente lo hizo...([2])
Pero
aún dando por bueno el testimonio de Tabaré
Váquez, el Fiscal Morosoli debió
haberse preguntado por qué -si el General
Manini verdaderamente había ocultado información al Ministro Jorge Menéndez
ocasionando que Vázquez pidiera su renuncia- la indignación y la ira del Ministro Menéndez ‑patentizadas por el rechazo de sus familiares a las honras fúnebres
dispuestas por la Presidencia de la República‑ se canalizaron hacia él ‑es decir hacia el ex Primer Mandatario‑
y no hacia el General Manini Ríos,
quien de haber actuado como sostuvo Tabaré
Vázquez notoriamente habría sido el verdadero causante del inicuo y oprobioso
final de su carrera política...
En
suma, por más que hay múltiples indicios concordantes y coincidentes que pudieron
llevar al Fiscal Morosoli a
desentrañar la verdad material de los hechos, éste ‑curiosamente‑ se afana por inculpar al General Manini Ríos absolviendo
sin fundamento racional o jurídico alguno a cualquier otro protagonista de los
mismos.
Además,
el Fiscal Morosoli ‑antes de abismar a todo el país en el
desconcierto, en la desconfianza generalizada y en un clima social ominoso repitiendo
insidiosamente que nada respalda lo que asegura el Senador Manini excepto su
palabra de honor y que por tanto debe privárselo de sus fueros parlamentarios‑ bien
pudo intentar averiguar ‑por ejemplo‑
de qué manera obtuvo el Ministro Jorge
Menéndez los datos que transmitió a Tabaré
Vázquez ‑en la hipótesis de que no hubiera sido el General Manini Ríos quien lo
informó al respecto‑ según le aseguró el ex Presidente...
Ahora
el General Guido Manini Ríos ‑única persona que podría esclarecer el
embrollo judicial en el que se ve atrapado también el Senado que integra‑ enfrenta
una disyuntiva de hierro: si no accede al requerimiento del Fiscal Morosoli quebrantará la palabra
empeñada en cuanto a declarar como indagado ante la Jueza Marcela Vargas...; pero si lo hace deberá quebrantar la
palabra empeñada en cuanto a mantener en reserva las negociaciones que sabidamente
militares, políticos y ex guerrilleros han venido sosteniendo secretamente
desde 1984 acerca de nuestros compatriotas desaparecidos, a fin de justificar
su conducta. En caso contrario dará credibilidad a las felonías del ex Presidente Vázquez, garantizará su impunidad
sabiendo que destituyó alevosa, injusta y antojadizamente a varios jerarcas del
Ministerio de Defensa y a seis Generales de la Republica para encubrir su responsabilidad en lo sucedido y será
condenado irremisiblemente por la Jueza
Marcela Vargas a requerimiento del Fiscal Rodrigo Morosoli.
A mi
entender hay una sola forma de superar esta situación y de conocer al mismo
tiempo verdades históricas ya inocultables, las cuales por añadidura impiden la
convivencia pacífica y constructiva entre nosotros: relevar pública y solemnemente al
General Guido Manini Ríos de la palabra empeñada con respecto a cualquier hecho
que pudiese atarlo a ella.
Esto es
algo que deberían hacer sus pares en el
Senado y que seguramente no rechazará el
interfecto, pero que también
podría reclamar el pueblo a través de los medios masivos de comunicación
actualmente disponibles...; la tecnología lo posibilita.
De
promoverse tal solución, quien se abstenga de respaldar una medida tan simple
como practicable y efectiva pondrá en evidencia el espíritu que lo anima.
Sugiero
considerar este planteo a nivel nacional.
Y por tanto, ruego difundirlo.
Sergio Hebert Canero Dávila
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