Tras las
escandalosas declaraciones de Bergoglio alentando las uniones homosexuales,
lamentamos que sólo unas pocas cabezas de la Iglesia salieran al cruce
virilmente.
Reconocemos que no
son las primeras palabras del argentino, ni serán las últimas, contradiciendo
abiertamente dos mil años de doctrina católica. Tampoco soslayamos que desde el
Concilio Vaticano Segundo (década del 60 del siglo pasado) se vienen
perpetrando todo tipo de subversiones al magisterio. No obstante, creemos que
era un momento oportunísimo para armar una reacción coordinada, fuerte,
inteligente, viril, contra el usurpador y sus secuaces.
¿Qué están esperando los cardenales y los obispos de buena fe, medianamente formados? ¿O sólo quedan los cuatro o cinco que salieron a contradecir a Bergoglio? ¿Es plausible una reacción “desde arriba”, canónica, o la Iglesia de estos tiempos será una Iglesia invisible? ¿Aparecerá algún religioso SANTO, por gracia de Dios, que revierta esta situación acerbísima? ¿Y los jerarcas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X? ¿Dónde están?