Decíamos en
anteriores artículos –y ha sido una constante en nuestra prédica- que la actual
situación que padece nuestro país y el mundo en general, no se entiende si no
se capta que la sociedad es una MASA, a diferencia de lo que podría denominarse
un “pueblo organizado”.
Es en virtud de que la sociedad es MASA que pudo imponerse tan fácilmente el discurso de la pandemia, como táctica para implementar cambios estructurales en las naciones, tendientes a instaurar una suerte de sociedad comunista, tal y como pretenden los grandes grupos de poder como el Foro Económico Mundial, o mega ricos como Bill Gates o el clan Rothschild.
Se dice que es MASA
lo amorfo, lo que no tiene estructura, forma ni vida propia. Paralelamente, una
sociedad masificada se caracteriza por su falta de estructura interna, por ser
una mera suma de individuos sin
vitalidad propia, y de ahí dimana su necesidad de recibir esta
vitalidad desde fuera, mecánicamente impuesta desde arriba.
Las causas
profundas de la masificación son el desarraigo religioso, cultural y
existencial; y el dogma moderno de la igualdad, que trae como resultado la
entrega del individuo desarraigado y atomizado en manos del Estado totalitario.
Son efectos de la
masificación la pérdida de la libertad
e independencia en el pensar, sentir y querer, con la consiguiente
pérdida de la responsabilidad.
El Papa Pío XII
explicó claramente la distinción entre MASA y “pueblo organizado”: “Pueblo y multitud amorfa o, como suele
decirse, MASA, son dos conceptos diferentes. El pueblo vive y se mueve por su vida propia; la masa es de por sí
inerte y sólo puede ser movida desde fuera. El pueblo vive de la
plenitud de vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales –en su
propio puesto y según su manera propia- es una persona consciente de su propia
responsabilidad y de sus propias acciones. La
MASA, por el contrario, es para el impulso del exterior fácil juguete en manos
de cualquiera que explote sus instintos o pasiones, presta a seguir
sucesivamente hoy esta bandera, mañana otra”.
Sin que la sociedad
estuviera masificada, hubiese sido imposible imponer tan unánimemente el
discurso de la pandemia. Con individuos organizados y con impulso y raciocinio
propios, ésto hubiera sido inviable.
¿Cuáles son los remedios para la masificación, si no es ya demasiado tarde? Individualmente, educar el sentido de la responsabilidad, tanto en el pensar y en el obrar como en el sentir y en el querer. Socialmente, restaurar los cuerpos sociales naturales, intermedios entre el individuo y el Estado, en los cuales los hombres puedan desarrollar su personalidad y contrapesar la tendencia absorbente y tendiente al totalitarismo del poder político.