Por ALEJANDRO SOSA LAPRIDA
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Hay que abrir los ojos de una vez por todas y manifestarnos públicamente, por todos los medios a nuestro alcance, de una manera clara y contundente, diciendo NO a esta tiranía sanitaria aberrante, que deteriora cada día más la economía, la salud física y mental y la vida social y familiar de la gente.
BASTA YA de creer en la narrativa
oficial del temor, machacada 24/7 por los medios de “desinformación” masivos
subvencionados por el sistema.
BASTA YA de tragarnos las mentiras
propaladas por el “adoctrinamiento del miedo” masivo y la metódica “propaganda
del pánico” a la que nos exponen sin solución de continuidad. Sin esta campaña
publicitaria digna del régimen soviético la farsa “covídica” se desvanecería al
instante.
BASTA YA de dar crédito a la pretendida
necesidad de una “vacuna” para retornar a la “normalidad”, al surgimiento de
“peligrosas cepas”, a la irrupción de “brotes” alarmantes, a la inminencia de
un “colapso sanitario”, a la prolongación sine
die de las medidas insensatas y liberticidas que están devastando el país y
arruinando la salud física y mental de la gente, principalmente la de los más
vulnerables: las personas mayores, los niños y los adolescentes.
BASTA YA de aceptar el maltrato
permanente e intolerable que supone este lavado de cerebro incesante, cuya
única finalidad es la de mantenernos atemorizados, angustiados, distanciados,
infantilizados, atontados, incapaces de pensar y de decidir nada por nosotros
mismos, despersonalizados, fragilizados emocional, física y psíquicamente. Nos
quieren ASUSTADOS Y AISLADOS para poder controlarnos mejor: ¿cómo es posible
que no nos demos cuenta de algo tan notorio?
BASTA YA de esta credulidad malsana que
consiste en creer a pies juntillas -sin ningún espíritu crítico y desestimando
con arrogancia a las voces disidentes- el relato monopólico gubernamental acerca
del “covid” y de esta “pandemia” eterna, con una tasa de mortalidad ínfima y
con estadísticas de fallecidos en 2020 similar a la de los años precedentes,
tanto en Argentina como en el resto del mundo. “Pandemia” basada en el fraude
mayúsculo de la prueba PCR, que no fue concebida para realizar diagnósticos
médicos.
BASTA YA de aceptar sumisa y
pasivamente el insoportable confinamiento indefinido, el distanciamiento
perpetuo, el enmascaramiento asfixiante, el aislamiento social, familiar y
profesional deletéreo, la erradicación perversa de la “presencialidad” natural
y la imposición generalizada de una “virtualidad” inhumana, el avasallamiento
de nuestras libertades básicas y de nuestros derechos fundamentales a circular
libremente, a trabajar, a practicar la religión, a viajar, a estudiar y a
llevar una vida social y familiar normal.
NINGUNA DE LAS MEDIDAS ADOPTADAS POR EL
GOBIERNO SE JUSTIFICA. Todas y cada una de ellas llevan la impronta inequívoca
de la irracionalidad, la prepotencia, la estupidez y la irresponsabilidad más
absolutas. Por todas y cada una de ellas las autoridades que las adoptaron
deberán rendir cuentas minuciosas y exhaustivas ante el tribunal de Dios, de
Quien -es cosa bien sabida-, NADIE SE BURLA.
Todas estas medidas -dignas de una
novela distópica barata y de una tragicomedia infernal-, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA,
son absurdas, arbitrarias, odiosas, brutales y profundamente nocivas para el
ser humano y para la sociedad en su conjunto. Las consecuencias nefastas que
resultarán de ellas son INFINITAMENTE PEORES que los eventuales daños
provocados por un supuesto virus de insignificante letalidad, los que en nada
se distinguen de los causados por cualquier gripe estacional.
JAMÁS se había paralizado la economía
del país ni restringido la libertad de sus ciudadanos para, supuestamente, tratar
de “evitar contagios” y que haya menos gente engripada. Son medidas nunca antes
vistas, tan absurdas y dañinas como carentes de todo sustento científico.
¿Acaso esto a nadie le “hace ruido”?
Sin mencionar la duración absolutamente
DEMENCIAL de esta farsa siniestra, prolongada continuamente por un gobierno de
incompetentes, corruptos e imbéciles, enteramente al servicio de los organismos
mundialistas y de su proyecto tecnocrático totalitario de “reseteo global” y de
“vacunación universal”, con el control absoluto de la vida privada y la libertad
de la gente a través del “pasaporte sanitario” orwelliano en gestación.
Miremos la realidad de frente: estamos
ante un flagrante atropello a la razón, ante un atentado colosal contra la vida
en sociedad, somos testigos de una operación de manipulación psicológica
caracterizada, presenciamos un arrebato de locura e insensatez colectiva sin
precedentes.
Atrevámonos a llamar las cosas por su
nombre: asistimos, desde hace ya más de un año, a una inédita PSICOSIS
COLECTIVA artificialmente inducida y a un CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD de un
refinamiento diabólico. No tengamos miedo en proclamar esta verdad a los cuatro
vientos: contribuyamos a que se produzca una indispensable y liberadora toma de
conciencia colectiva. Nuestro futuro y el de nuestros hijos están en juego, no
menos que nuestra honra y nuestra dignidad personal.
En definitiva, nos hallamos
confrontados a la puesta en práctica progresiva y sistemática -cínica e
hipócritamente encubierta en razones humanitarias y en pretextos de “urgencia
sanitaria”- de lo que amenaza con convertirse en el mayor GENOCIDIO jamás
perpetrado.
Crimen de proporciones bíblicas y que
clama al Cielo, ejecutado maquiavélicamente por una banda de multimillonarios
psicópatas -astutamente disfrazados de “filántropos”-, cuyos objetivos son los
de constituir un Nuevo Orden Mundial transhumanista -el “Gran Reinicio” de
Klaus Schwab- y efectuar una drástica reducción de la población mundial,
mediante la “vacuna” experimental impuesta al género humano por Bill Gates y
sus secuaces.
No percibir el sesgo diabólico de los
acontecimientos actuales ni percatarse de su proyección anticrística
constituye, a mi entender, algo que no vacilo en calificar como un inquietante
síntoma de CEGUERA ESPIRITUAL, cuyas consecuencias, a corto o a mediano plazo
-una vez que se haya manifestado el “hijo de perdición”-, podrían ser, no solo
de una gravedad extrema, sino, sobre todo, irreversibles...
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO.
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA,
RUEGA POR NOSOTROS.
Para mayor
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2 comentarios:
Le agradezco mucho la publicación. Un cordial saludo en Cristo y María.
Gracias! <3
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