Por DARDO JUAN CALDERÓN
La supuesta
pandemia, nos guste o no, está muy lejos de ser solamente un fenómeno sanitario
para serlo económico, social, político y también religioso. Las dudas pueden
ser sobre si es “fundamentalmente” una acción dirigida contra algunos de estos
planos y una colateralidad en los otros. Los que creemos en cosas en las que ya
nadie cree, vemos que solo una vez “desreligado” (si se me disculpa el
neologismo) el hombre, queda en condiciones de que las grandes catástrofes o
avances (según la perspectiva) se produzcan, y por ello hemos siempre explicado
el proceso revolucionario como fundamentalmente una “Conjura Anticristiana”. Pues
los promotores de este proceso, más allá que sus objetivos fueran políticos,
económicos o sanitarios, siempre han chocado en sus proyectos con la oposición
de la Iglesia Católica (sino expresa, por lo menos en su espíritu) y han
definido inequívocamente a Ésta como el objetivo primero y principal de sus
embates y estrategias, convencidos de que una vez derribada lo demás “se dará
por añadidura”. Sabemos por la Fe que así mismo, tras ellos, soplando
encantadoras doctrinas políticas, económicas y sanitarias (artísticas en el Renacimiento),
está Satán que las inspira con ese sólo objetivo deicida.