“La Mañana”, 29 de junio de 1973:
“La crisis política
desatada desde las elecciones de 1971 culminó en la madrugada del miércoles con
la disolución, por el Poder Ejecutivo, de las cámaras de Senadores y de
Representantes.
[…] Debemos decir
con entera franqueza que estimamos que no
es solamente la lógica consecuencia de un largo desarrollo político, sino
también la inevitable y única salida posible del mismo.
Al Presidente de la República no le quedaba otro camino para salvar la esencia de las instituciones y la integridad nacional de la paz interna.
La decisión no sorprendió a nadie porque es la conclusión lógica e inevitable del deliberado
enfrentamiento organizado por diversos centros de maniobra política contra el
Poder Ejecutivo desde el día en que se conoció el resultado de las inobjetables
elecciones de 1971. Los derrotados de entonces no perdonaron nunca ese
resultado.
El Presidente de la
República, en su alocución del miércoles por la noche, al recordar sus
insistentes esfuerzos para alcanzar la realización de un gobierno nacional que
el país tanto necesitaba, recuerda cómo ‘subió las escaleras y ofreció sin reticencias
y sin condicionamientos, la oportunidad de trabajar todos juntos, los uruguayos
que deseaban el bien del país, en la gran obra de la reconstrucción nacional’.
Todos conocen la verdad de este esfuerzo, que por pasión, por ambición o por
ceguera, fue sistemáticamente rechazado.”
“Azul y Blanco”, 8 de agosto de 1973:
Verdadero acto de preservación institucional
“El Presidente de
la República Don Juan María Bordaberry ha dado el paso trascendental de
disolver las Cámaras.
Todo el pueblo, el
verdadero Pueblo Oriental, el que rechaza con indignación tanto la traición de
la Antipatria como la traición de los políticos descastados y corruptos, está
con el Presidente Bordaberry y aplaude con calor y entusiasmo la medida difícil
pero indispensable, que acaba de tomar.
En nuestro siglo y
medio de vida institucional muchas veces han sido disueltos por el Poder
Ejecutivo los cuerpos constituyentes o legislativos del Estado, y nunca antes y
muy difícilmente en el futuro, habrá estado tan plenamente justificada esta
medida.
Porque pese a las
apariencias primeras, el paso dado no sólo no constituye un avasallamiento de
las instituciones, sino que constituye, por el contrario, un verdadero acto de
preservación institucional. Es con entera veracidad y exactitud que el
Presidente Bordaberry ha dicho: “Las instituciones, compatriotas, las estamos
salvando hoy”.
Quien no conozca la
personalidad de Juan María Bordaberry; quien no conozca su natural de hombre
sencillo, sin ambiciones, excelente esposo y padre de una numerosa y bien
constituida familia; quien sólo piense en la imagen de los tantos que en
América han sabido erigirse “salvadores” de sus respectivos países, podrá
pensar que esas palabras constituyen la cínica expresión de un nuevo “mandamás”.
Y nada tan contrario a la realidad como ese pensamiento […]
Cómplice y encubridor de la sedición antinacional
La disolución de
las Cámaras y luego de las Juntas Departamentales “constituyen una reafirmación
de la institucionalidad” porque “si se trata de medidas absolutamente
excepcionales” lo son precisamente “porque así lo imponen circunstancias
también absolutamente excepcionales”.
Circunstancias
absolutamente excepcionales y absolutamente graves que ningún ciudadano honesto
y consciente puede negar. Esas circunstancias fueron perfectamente reseñadas
por el Presidente tanto en el mansaje a la Asamblea General en que expuso la
grave violación cometida por el Parlamento en el caso de Erro, así como también
en los fundamentos del Decreto de disolución de las Cámaras y en el discurso
radiotelevisado dirigido a la Nación en la noche del mismo 27 de junio.
Todo lo ocurrido con motivo del pedido de desafuero
del senador Erro, elevado por la Justicia Militar, fue algo tan bochornoso que
si los políticos no se avergüenzan de ello –y todo indica que no se avergüenzan-
es porque han perdido toda sensibilidad, todo espíritu crítico, todo pudor,
todo respeto por sí mismos.
EL PARLAMENTO Y EN SUS DOS RAMAS, SE CONVIRTIÓ EN
CÓMPLICE Y ENCUBRIDOR DE LA SEDICIÓN ANTINACIONAL, EN CÓMPLICE Y ENCUBRIDOR DE
LA ANTIPATRIA, al proteger y sustraer de la justicia competente a Enrique Erro,
uno de los jefes políticos de los criminales complotados para entregar al país
a la esclavitud marxista y comunista.
Y esto lo hizo el
Parlamento en momentos en que la guerra subversiva con que el comunismo ataca
nuestro país está en pleno curso y el enemigo, contenida de momento la
violencia externa del sector castro-maoísta, tiene intacto su aparato militar
del sector moscovita y domina con gran poder amplios y numerosos ambientes de
la vida nacional y ejerce una incontrastable influencia psicopolítica que
arrastra a gran parte de las generaciones jóvenes. Por consiguiente, tan grave
comportamiento del Poder Legislativo en momentos de peligro para el país
comporta un verdadera traición, un verdadero crimen de lesa Patria.
… No consagra la impunidad de los delincuentes
Como señaló el
Presidente en los documentos citados, “las mayorías parlamentarias acaban de
consumar un hecho de indudable gravedad: han rechazado la acción de la justicia
en un caso en que la propia patria había sido agredida”.
“Para ello, el
Poder Legislativo usó de sus potestades con un fin ilegítimo; so pretexto de
defender los fueros pretendió impedir con motivos políticos el curso de un
proceso penal. El Poder Legislativo no está facultado para ello. El Poder
Legislativo no está facultado para denegar la petición formulada, no por el
Poder Ejecutivo sino por la justicia competente […]”
Pero fue el caso,
como lo recuerda el Presidente en su exposición, que legisladores que pesaron
decisivamente el resultado, expresaron que existía mérito suficiente para el
procesamiento del senador Erro, pero que igualmente no se iba a votar
afirmativamente el desafuero solicitado por el justicia; otros ya anunciaron su
voto negativo aún antes de leer el expediente remitido por el juez militar,
antes de informarse, de interiorizarse si el pedido era razonable o no. Para
todo eso no está facultado el Poder Legislativo, para eso no tiene
discrecionalidad […]
Como muy bien dijo
el Presidente en su discurso, “la independencia de poderes no consagra la
impunidad a los delincuentes. No significa tampoco una valla que detenga la
justicia a las puertas del Palacio Legislativo, desde cuyo interior
transgresores de las leyes se burlen de la acción de los poderes públicos”.
“No es posible
imaginar que el fuero de excepción de los legisladores conferido sólo para
desarrollar su gestión como tales, se transforme en régimen de privilegio. No
es posible aceptar que el hecho de ocupar un cargo electivo de a su titular la
posibilidad de quedar al margen de la autoridad de los magistrados, de acometer
cualquier empresa delictiva sin temor a sufrir el castigo que le imponen los
jueces, de coligarse con los enemigos […]”
Las reticencias del Parlamento en la lucha
antisubversiva y el símbolo del enemigo infiltrado
Destaca el
Presidente que Erro, fuera de la
responsabilidad penal que le pueda caber a juicio de la justicia competente, es
“el símbolo del enemigo infiltrado”,
representó para quienes estaban en el frente de la lucha antisediciosa “el
traidor que los tiroteaba desde la retaguardia”. Sostiene que la
importancia de este episodio “va más allá de la pura relación entre el
ciudadano acusado y la justicia que lo reclama ya que él, el 1 de marzo de
1972, antes de que el gobierno hubiera dictado sus primeras medidas […] ya
elevaba su puño airado contra el Presidente de la República. Y para ese entonces
había manifestado públicamente también que ese era el año del triunfo de la
revolución armada y que el nuevo Presidente no pasaría del mes de agosto”.
Recalca que “desde el punto de vista del pueblo
uruguayo, la negativa de la mayoría de los legisladores, representa el
decaimiento del espíritu de lucha contra la sedición”. Este párrafo hay que
interpretarlo como que tal actitud del Parlamento propendía al decaimiento del
espíritu de lucha en general, del espíritu de lucha en aquellos que realmente
luchaban; no del espíritu de lucha del
Parlamento que nunca tuvo… Que tal interpretación refleja fielmente lo que
en realidad quiso decir el primer mandatario, se comprueba en un pasaje
posterior en el que señala que los
uruguayos “hemos contemplado con asombro las reticencias (del Parlamento) en la
lucha contra la sedición”.
Ejemplo y culminación de un proceso de larga data
El Presidente
Bordaberry, aún cuando da al lamentable episodio del desafuero de Erro toda la
importancia que merece, no por eso deja de advertir que él se inserta en un
contexto mucho más extenso y mucho más grave del cual no es más que “ejemplo y
culminación” […] “no es un episodio aislado fruto de una coyuntura
circunstancial sino más bien es ejemplo y culminación de un proceso de larga
data que corroe sin pausa las instituciones nacionales”.
Predominio de la ambición política y de la guerra
contra las instituciones
Historia luego el
Presidente todos sus esfuerzos para aunar las voluntades dentro de su propio
partido y con los otros grupos tradicionales […]
Habiendo conseguido que un “importante sector del partido que no puedo llamar adversario, aceptara integrarse en la gran tarea nacional […] desde dos extremos se hizo fuego a esta actitud patriótica de quienes habían comprendido que la hora era de unión y no de divergencias”; desde el extremo de los enemigos de la patria y desde el otro extremo desde donde “hubo quien, ciego por su frustración y movido sólo por la ambición personal, denostó desde el primer momento, disminuyó, rebajó la conducta de los hombres que habían resuelto deponer sus diferencias partidarias en la hora en que así lo reclamaba el supremo interés nacional”. Clara alusión al “Güilson” cuya última ‘’performance” es la disparada con el “Toba” Gutiérrez para Buenos Aires, donde se entrevistaron con los tupafrentistas Erro y Michelini y gestionaron el refuerzo de las subvenciones extranjeras para la nueva “lucha” a emprender.
Recuerda como […] se
empleó “la calumnia como arma disolvente, el vilipendio de las instituciones
como instrumento de deterioro, el no cumplimiento de los cometidos legislativos
por intereses subalternos, paralizando, enervando la acción del gobierno […]”.
“Las instituciones las estamos salvando hoy”
Y de todo este
cuadro significativo el Presidente sacó sus conclusiones […]: “no seré yo,
compatriotas, quien asista inerme y pasivo, en nombre de una hipócrita defensa
de las instituciones, a este proceso de desintegración nacional”.
No creerá haber cumplido
con su deber si se conforma con entregar, al cabo de su mandato, “un país sin
esperanza, un país sin felicidad, un país sin desarrollo, un país tal vez sin
libertad, a cambio de poder decir que se han salvado las instituciones. Las
instituciones, compatriotas, las estamos salvando hoy”.
[…] “No era posible
detenerse sólo en defensa de la exterioridad, de la cáscara de las
instituciones, mientras su contenido era corroído por la ineficacia, la
demagogia, la pequeña política. Era necesario asumir la responsabilidad de
detener ese proceso, que ya tan profundamente anidado en el sistema mismo, no
era capaz de producir su propia purificación. Caminábamos así hacia el desastre
en la apariencia de la institucionalidad cuando en rigor ésta había desaparecido
sofocada entre ambiciosos y traidores”.
Puerta abierta hacia la salvación
El paso dado por el
Presidente de la República Juan María Bordaberry está perfectamente justificado
por la situación de nuestro país e impuesto por el Derecho Natural del que el
derecho positivo es una aplicación; una aplicación que no puede agotarse en la
mera formalidad, sino que tiene que cumplir los objetivos que el Derecho
Natural supone. En el positivismo jurídico, acorde con la ideología liberal, el
derecho no es más que una mera formalidad que se agota en el culto de lo
formal, sin que sean lícitas actitudes como las del Presidente Bordaberry que
se aparta de la formalidad institucional para salvar la esencia de las
instituciones en peligro.
El gesto
presidencial es una puerta que se abre hacia el camino de la salvación que debe
ser recorrido con tesón y voluntad.
Momento de enfrentar a la CNT y a la psicopolítica
comunista
La consecuencia
inmediata de este gesto ha sido despejar el campo de elementos indeseables y de
enemigos emboscados en las instituciones […] lo importante es la eliminación
del nido de demagogos, antinacionales y políticos de profesión y de afición que era el Parlamento;
especialmente, la eliminación de los representantes del siniestro frente
Antipatria.
Ahora, sin
perjuicio de la eliminación de los emboscados que todavía queden, lo principal
es enfrentar a los enemigos más amenazadores: la CNT y la psicopolítica
comunista.
Estas constituyen
amenazas gravísimas contra las que hasta ahora no hubo oportunidad de librar el
combate decisivo por su eliminación total. Se está aproximando el momento en
que ese combate será insoslayable, impostergable. Combate a muerte y sin cuartel.
3 comentarios:
Profeticas palabras. Sobre todo la ultima frase
Documentos que deberían ser mostrados a la juventud para que saque sus conclusiones...
Y mientras tanto Manini...
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