Hace una semana,
degenerados e imbéciles de todo jaez celebraron el “día internacional del
orgullo LGBTTTIQ+” (es en serio, no es broma). Lo cual, entre otras cosas, da
la pauta del grado de decadencia, de inmundicia y de locura en la cual ha caído
la sociedad occidental, en pleno crepúsculo.
No es noticia si
decimos que los marxistas –siempre prestos a las posturas más disolventes-
festejaron con pompa este nefasto. Nos gustaría decir –acto seguido- que sí es
noticia que el Partido Nacional lo festejara oficial y organizadamente, con sus
figuras más relevantes: pero, queridos lectores, esto tampoco es noticia: el Partido
Nacional hace ya mucho que es una cloaca de politiqueros y de demoliberales,
que coquetean –si no consuman- con los rojos.
Participaron de la
vomitiva “Celebración del Día del Orgullo” la Vicepresidente Beatriz Argimón –masona y quintacolumnista-, el Presidente del Directorio del Partido Nacional, Pablo
Iturralde, la Senador Gloria Rodríguez y… ¡la “correctísima” Laurita!, que para
los despistados era la “oposición” al Frente marxista en Montevideo. Quien,
como nosotros adelantáramos, terminó siendo derrotada.
El Partido Nacional en pleno, pues, participó de esta loa a la decadencia, a la degeneración y a la demencia. ¿Dónde está, entonces, su diferencia con el marxismo? ¿Qué los separa? Son lo mismo. El mismo estiércol. La otra cara de la moneda demoniocrática.