Por
DARDO JUAN CALDERÓN
Lo ocurrido es la inauguración oficial - con sello y
tambores - de la Abominación de la Desolación: nada menos que prohibir la Misa.
Hemos leído la hipótesis que arriesga Don Antonio, documentada y testimonial, y ahora ensayaremos una nosotros; infundada, imaginativa, casi onírica, hasta diría que tocada por un poco de ciencia ficción y mucha malicia de abogado. Va por lo que valga.
En esta versión Traditiones
Custodes no es un exabrupto de un peroncho plebeyo, sino que era un as que
guardaban en la manga desde mucho tiempo atrás los masones,
modernistas, pederastas y satánicos que medran los recovecos de la Gran
Prostituta Babilónica desde hace más de una cincuentena de años. Estos
mandingas armaron una camarilla que logró copar un Concilio de la Iglesia
Católica, y aunque introdujeron una cuña de porquerías y de ambigüedades en la
doctrina que hedía de dicho Concilio, su obra maestra fue lograr una Reforma de
la Liturgia que profanaba el Rito Católico – que se llamó Novus Ordo - y debilitaba las fuentes de la gracia al socavar,
desde esa misa falsificada, todos los Sacramentos. Siendo su primer y máxima
victoria el destruir el Sacerdocio y tras él toda la vida cristiana.
La masonería era –
y sigue siendo- más consciente que la
mayoría de los mismos fieles del valor de la Liturgia (que la tienen y bien
satánica) y, aunque tuvo gran éxito en confundir las mentes con la inmunda baba
que cubrió los textos conciliares, su golpe maestro fue la misa falsificada, un
golpe de nivel sobrenatural. Faena
realizada por uno de sus más importantes infiltrados - de alto grado masón - que
se llamó Annibale Bugnini, del que dejo su memoria al cuidado de mis nietos que
no controlan todavía, para que se caguen en ella por muchos años. Allí jugaron
todas sus fichas y sacrificaron ese importante Alfil.
El mal parido se
rodeó de lo peor (entre ellos tuvo un súcubo infiltrado desde del luteranismo,
Louis Bouyer, que había estudiado liturgia y le vendió sus conocimientos para
que la destroce con el engendro que parieron en común). Luego este enano –el
Luisito- mercenario, sería el gran
calumniador de los Papas antimodernistas -comenzando por Pio IX- a fin de socavar al Integrismo Católico, única
y última defensa contra el modernismo, culpándolo de producir por contrario
sensu justamente eso: ¡el modernismo! ¡El mismísimo chancho que él había
alimentado y satisfecho en sus peores deseos! Solo intelectuales, creo. Un
verdadero cabroncete. Tiene todavía en
el país argento algunos seguidores, un Farinelli caminador que no canta pero grazna
y que, como buen meapilas y culillo de sacristía –espero que en su última
aventura lo haya salvado- , posee veleidades de liturgista. Y todos ellos
juntitos, con la ayuda de un Papa que a pesar de haber sido canonizado nadie se
atreve a poner su jeta de turbio en una estampita, porque repele (creo que va a
ser el único santo sin ningún devoto de la historia), pudieron demoler la
liturgia Romana y poner en su lugar un rito protestante que sabían que iba a
llevar toda la Iglesia al tacho. Pero “lo sabían” desde una inteligencia que
concibe lo sobrenatural desde el averno. Celebrada con solemnidad o sin ella, y
a las pruebas me remito.
Algunos conservadores
creyeron que las ambigüedades podían interpretarse para bien y que si ese rito
protestante se lo hacía seriecito y con notas gregorianas, iba a parecer
católico. De esa manera creyeron seguir muy panchos con sus bienes y cargos,
pero…en un tris se los llevaron puestos con Iglesia y todo, estampados en
olvidados rincones sociales. Y hoy no quedaría ni bosta si no fuera porque un
Obispo Francés dijo “Esta no me la
trago”. Era un integrista ¡puaj! Devoto de Pio X ¡¿qué diría Farinelli?!
El mitrado francés
armó un flor de revuelo y juntó, no tanta gente, sino de renombre, y el mundo lo
conoció. Entonces a darle palos y esperar que se autodestruya por la edad y la
falta de transmisión episcopal. Pero ordenó cuatro Obispos ¡glup!, lo que era
válido, y entonces a excomulgarlo, pero la cueca seguía.
Varios seguidores
ante esto arrugaron y entraron en un espacio que se abrió para ellos, muy dije,
firmando una serie de compromisos con la
mayor hipocresía y formaron todo un conjunto de sociedades tradicionalistas, pero
no tanto. Sin enfrentar a la prédica del Concilio ni criticar del Novus Ordo.
Es decir… sí lo hacían … pero chitón. Perros mudos. O bueyes solos que se
lamen… las verijas. “Vengan hijitos mios, pongan sus huevitos en esta canastita que papá se
los cuida” les decían, y el que no era tonto sabía que los estaban
esperando con un Traditiones Custodes
bajo el poncho (ya se usaba poncho con la nueva misa, creo que hay varios que
usan “mañanitas”).
La cuestión era que
sortearon el lazo los perros que ladraban y había que hacer un nuevo esfuerzo
para hacerlos dentrar y cerrar la trampa. Y que sí y que no, que los huevos no
me toquen, el asunto es que varias veces ¡uf! salieron con el lazo en las paletas;
pero no entraban. Y hubo que hacer un gran esfuerzo, indecible, insoportable: retirarles
la excomunión y rehabilitar la Misa escamoteada y, ¡hasta hacerles favores
personales! Pero… cuando los amigos masones se convencieron que estos malditos no
iban a morder el anzuelo, se hincharon y decidieron dejar en el cepo de la
manga a los baguales que ya tenían. Bajarle la persiana a los arregleros. Y
mirá que Monseñor les había dicho “¡¡¡Salid
de Roma, salid de Roma!!!”, pero es zonzo el asustao.
La cuestión es que
esta versión no lo tiene a Francisco Peronchín como alma mater del asunto – o
Pachamamo- que el fato es mucho más grande y profundo, con nombres de todos los
colores y banderas. Casi que lo hizo directamente Satanás, porque lo ocurrido –
si uno no está dispuesto a amañar el hambre con carne podrida – es la
inauguración oficial - con sello y tambores - de la Abominación de la Desolación:
nada menos que prohibir la Misa. La única; que no hay otra.
Eso sí, además de
coincidir conque Satanás – entre otras cosas horribles– debe ser
peronista; esta medida increíble y
perversa debía ser tomada aprovechando que estaba Francisco, cuyo genio y figura ha sido tan bien reflejado en anterior hipótesis. Hacerlo antes que partiera a dar
explicaciones al Tata Dios ya que los mismísimos
encumbrados masones no saben si, ¡aún
eligiendo de la hez de sus filas de alcahuetes!, se van a volver a encontrar un
tipejo como este para hacer las de Kiko y Kako.
Y aquí estamos, esperando con qué nos saldrán en un rato.