Monseñor Viganó sobre la guerra en Ucrania
La providencia ha establecido quizás que es Moscú, la Tercera Roma, la
que hoy asume ante el mundo el papel de κατέχον [katejon] (2 Tes 2,
6-7), de obstáculo escatológico al Anticristo. Si los errores del
comunismo fueron difundidos por la Unión Soviética y terminaron imponiéndose
incluso dentro de la Iglesia, Rusia y Ucrania hoy pueden jugar un papel
histórico en la restauración de la Civilización Cristiana.
[…] las agencias de noticias, la política y las propias instituciones públicas dependen de un reducido número de grupos financieros pertenecientes a una oligarquía que, significativamente, está unida no sólo por el dinero y el poder, sino por la filiación ideológica que guía su acción e injerencia en la política de las naciones y del mundo entero. Esta oligarquía muestra sus tentáculos en la ONU, la OTAN, el Foro Económico Mundial, la Unión Europea y en instituciones “filantrópicas” como la Open Society de George Soros y la Fundación Bill & Melinda Gates.
Llegamos entonces a la crisis de Ucrania, que nos es presentada como
consecuencia de la arrogancia expansionista de Vladimir Putin hacia una nación
independiente y democrática sobre la que pretende reclamar absurdos
derechos. Se dice que el “belicista Putin” está masacrando a la población
indefensa que se ha levantado valientemente para defender el suelo de su
patria, las fronteras sagradas de su nación y las libertades violadas de los
ciudadanos. Se dice, por eso, que la Unión Europea y Estados Unidos,
“defensores de la democracia”, no pueden no intervenir a través de la OTAN para
restaurar la independencia de Ucrania, expulsar al “invasor” y garantizar la
paz. Se dice que los pueblos del mundo deberían formar un frente común contra la
“arrogancia del tirano”, imponiendo sanciones a la Federación Rusa y enviando
soldados, armas y ayuda económica al “pobre” presidente Zelenskyy, “héroe
nacional” y “defensor” de su pueblo. Como prueba de la “violencia” de
Putin, los medios de comunicación difunden imágenes de bombardeos, registros
militares y destrucción, atribuyendo la responsabilidad a Rusia.
En
primer lugar, es necesario recordar los hechos, que no mienten y no son
susceptibles de alteración. Y los hechos, por más irritantes que sean de
recordar a quienes intentan censurarlos, nos dicen que desde la caída del Muro
de Berlín, Estados Unidos ha extendido su esfera de influencia política y
militar a casi todos los estados satélites de la antigua Unión Soviética. Incluso
recientemente, agregando a la OTAN a Polonia, la República Checa y Hungría
(1999); Estonia, Letonia, Lituania, Eslovenia, Eslovaquia, Bulgaria y
Rumania (2004); Albania y Croacia (2009); Montenegro (2017); y
Macedonia del Norte (2020). La Organización del Tratado del Atlántico
Norte se está preparando para expandirse a Ucrania, Georgia, Bosnia y
Herzegovina y Serbia.
Considerar
la posible expansión de la OTAN en Ucrania, sin pensar que despertará las
protestas legítimas de Rusia, es nada menos que desconcertante, especialmente
teniendo en cuanta el hecho de que en 1991 la OTAN se comprometió con el
Kremlin a no expandirse más. No solo eso: a finales de 2021, Der
Spiegel publicó borradores de un tratado con Estados Unidos y un
acuerdo con la OTAN sobre garantías de seguridad. Moscú exigió garantías
legales de sus socios occidentales que evitarían que la OTAN se expandiera más
hacia el este mediante la incorporación de Ucrania a la alianza y también el
establecimiento de bases militares en los países postsoviéticos. Las propuestas
también contenían una cláusula sobre el no despliegue de armas ofensivas por
parte de la OTAN cerca de las fronteras de Rusia y sobre el retiro de las
fuerzas de la OTAN en Europa del Este a sus posiciones de 1997.
En
2013, luego de que el gobierno del presidente Viktor Yanukovych decidiera
suspender el acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea y estrechar
las relaciones económicas con Rusia, comenzaron una serie de manifestaciones de
protesta conocidas como Euromaidan , que duraron varios meses
y culminaron en la revolución que derrocó a Yanukovych y condujo a la
instalación de un nuevo gobierno. Fue una operación patrocinada por George
Soros, como le dijo con franqueza a CNN: “He
tenido una fundación en Ucrania desde antes de que se independizara de
Rusia; esta fundación [...] ha jugado un papel decisivo en los
acontecimientos de hoy”.
¿Y por qué nos escandalizamos hoy por una intervención rusa en Ucrania,
cuando la OTAN hizo lo mismo en Yugoslavia (1991), Kosovo (1999), Afganistán (2001),
Irak (2003), y en Libia y Siria (2011), sin que nadie ponga
objeciones? Sin mencionar que en los últimos diez años Israel ha atacado
repetidamente objetivos militares en Siria, Irán y Líbano para evitar la
creación de un frente armado hostil en su frontera norte y, sin embargo,
ninguna nación ha propuesto imponer sanciones a Tel Aviv.
Es desalentador ver con qué hipocresía la Unión Europea y Estados Unidos
-Bruselas y Washington- están brindando su apoyo incondicional al presidente
Zelensky, cuyo gobierno desde hace ocho años continúa persiguiendo impunemente
a los ucranianos de habla rusa, por a quienes incluso les está prohibido hablar
en su propio idioma [...] Y es escandaloso que guarden silencio sobre el uso de
civiles como escudos humanos por parte del ejército ucraniano, que coloca
sistemas antiaéreos dentro de centros poblados, hospitales, escuelas y
guarderías precisamente para que su destrucción pueda causar muertes entre la
población.
Los principales medios de comunicación tienen cuidado de no mostrar
imágenes de soldados rusos ayudando a los civiles a alcanzar posiciones
seguras u organizando corredores humanitarios, a los que disparan las
milicias ucranianas. Así como también se calla sobre ajustes de cuentas,
masacres, violencias y robos por parte de grupos de la población civil, a
quienes Zelensky ha dado armas: los videos que se pueden ver en internet dan
una idea del clima de guerra civil que se vive. [...] A esto se suman también
los presos liberados para ser reclutados en el Ejército y también los
voluntarios de la legión extranjera: una masa de fanáticos sin reglas y sin
formación que contribuirá a empeorar la situación, haciéndola inmanejable.
Es evidente que el pueblo ucraniano, más allá de las cuestiones que la
diplomacia pueda resolver, es víctima del mismo golpe de Estado global que
están realizando potencias supranacionales que pretenden, no la paz entre las
naciones, sino el establecimiento de la tiranía del Nuevo Orden
mundial. Hace solo unos días, la parlamentaria ucraniana Kira Rudik le
dijo a Fox News, mientras sostenía un kalashnikov: “Sabemos que no solo estamos luchando por Ucrania, sino también por el
Nuevo Orden Mundial”.
Las violaciones de derechos humanos en Ucrania y los crímenes de las
milicias neonazis denunciados reiteradamente por Putin no encontraron solución
política porque fueron planificados y fomentados por la élite globalista, con
la colaboración de la Unión Europea, la OTAN y el deep state estadounidense.
Si hay un aspecto positivo que cada uno de nosotros podemos reconocer en
esta crisis es que ha revelado el horror de la tiranía globalista, su cinismo
despiadado, su capacidad de destruir y aniquilar todo lo que toca. No son
los ucranianos los que deben entrar en la Unión Europea o en la OTAN, son las
demás naciones las que deben finalmente ser sacudidas por el orgullo y el
coraje de salir de ellas, sacudiéndose este detestable yugo y redescubriendo su
propia independencia, soberanía, identidad, y fe.
Que
quede claro: el Nuevo Orden no es un destino ineludible, y puede ser subvertido
y denunciado, si los pueblos del mundo se dan cuenta de que han sido engañados
y estafados por una oligarquía de criminales claramente identificables, que un
día tendrán que responda por esas sanciones y esos bloqueos de fondos que hoy
aplican impunemente a todo aquel que no doble la rodilla ante ellos.
La crisis ruso-ucraniana no estalló repentinamente hace un mes. Ha
sido preparado y fomentado durante mucho tiempo, ciertamente a partir del golpe
blanco de 2014 que deseaba el estado profundo estadounidense en
clave antirrusa. Así lo demuestra, entre otros hechos incontestables, el
entrenamiento del Batallón Azov por parte de la CIA “para matar rusos”,
forzando la CIA a revocar la enmienda que prohibía la ayuda al batallón hecha
por el Congreso en 2015. Las intervenciones hechas por Joe y Hunter Biden han
ido en la misma dirección. Por lo tanto, hay evidencia de premeditación a
largo plazo, consistente con la implacable expansión de la OTAN hacia el
Este. La revolución de colores de Euromaidan, así como el establecimiento
de un gobierno pro-OTAN compuesto por homines novi entrenados
por el Foro Económico Mundial y
George Soros, tenía la intención de crear las condiciones para la subordinación
de Ucrania al bloque de la OTAN, quitándolo de la influencia de la Federación
Rusa. Para ello, la acción subversiva de las ONG del filántropo húngaro,
apoyadas en la propaganda mediática, ha silenciado los crímenes de las
organizaciones paramilitares neonazis, financiadas por los mismos que
patrocinan a Zelensky.
Los
Estados Unidos de América y los Estados europeos no deben marginar a Rusia,
sino forjar una alianza con ella [...] con miras a la reconstrucción de una
civilización cristiana, que es la única que puede salvar el mundo del monstruo
transhumanista tecno-sanitario y globalista.
Esta entrada está hecha con extractos del texto completo que puede leerse acá.
La FSSPX toma partido por Ucrania
La FSSPX ha publicado, el 2
de marzo, un pedido de oraciones
sólo por Ucrania:
A petición del Padre
Basile, Superior de la Fraternidad San Josafat, de sus sacerdotes y fieles, el
Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, invita a
todos los miembros de la Fraternidad, así como a los fieles, a orar por
Ucrania.
Pidamos a Dios, por intercesión de la Virgen María,
venerada en Ucrania especialmente bajo el título de su gloriosa Asunción, la
ayuda espiritual para los fieles ucranianos, así como la protección de los
lugares de culto, iglesias y capillas, especialmente aquellas situadas al este
del país.
El Padre Basile y los sacerdotes de la Fraternidad
San Josafat agradecen de antemano la caridad de sus oraciones por aquellos que
sufren la angustia de la guerra y de un futuro incierto.
A buen entendedor, pocas
palabras: excluyendo a Rusia de
tal pedido de oraciones, la Fraternidad da a entender de modo tácito pero
bastante claro que apoya a Ucrania y que tiene a Rusia como agresora
injusta en la guerra actualmente en curso.
Se alinea una vez más la FSSPX
con el Papa Francisco y con los líderes políticos de Occidente liberal y
apóstata.
FUENTE: “Non Possumus”.