“Esto es para ti, querido lector. Juntos haremos como aquéllos viejos monjes de la Alta Edad Media, de la Época Oscura, después de las invasiones bárbaras, que conservaron la cultura en medio del silencio de las noches monacales.”
Estamos con ganas de retomar el noble oficio de la pluma. Oficio que, como todos los oficios que implican cierta artesanía, se está perdiendo.
La cultura se hunde
cada vez más. Se entierra de forma cada vez más profunda, y en la superficie
queda solamente… lo pedestre, lo superficial. Es que la cultura requiere las
profundidades y las honduras que solamente regalan el reposo, el silencio, la
contemplación, la introspección. Mas nuestro mundo está enfermo, Internet
mediante, smartphone mediante,
tecnología mediante, de disipación, de ruido, de alboroto. No es en la
disipación, no es en el ruido, no es en el alboroto que se encuentra la
verdadera cultura, el verdadero culto, el verdadero Dios. “En medio del silencio de la noche, nació la Palabra”. En medio del
silencio. No del Tik Tok, ni del Instagram, ni del Whatsapp.
No nos figuramos a
un San Bruno o a un San Benito con celular. No nos los figuramos padeciendo ese
torbellino de distracciones que –probado está por los especialistas- generan la
misma adicción que las drogas duras. Por fuera está de la voluntad de los
particulares el dominio de esos aparatos, como por fuera queda el dominio de
las drogas: son adictivas y malas per se.
La escritura,
decíamos. La escritura requiere un tiempo. Reposo. Silencio. Bienes hoy
escasísimos fruto de la vorágine que mentábamos. Y también precisa lectores. Lectores
con tiempo. Reposados. En silencio: casi no los hay. Nosotros, no obstante, nos
dirigiremos a los pocos que haya; no abdicaremos de nuestro noble oficio de escritor.
Entonces, esto es para ti, querido lector. Juntos haremos como aquéllos viejos
monjes de la Alta Edad Media, de la Época Oscura, después de las invasiones
bárbaras, que conservaron la cultura en medio del silencio de las noches
monacales. Contemplando. En Silencio. Sin celulares.
BRUNO ACOSTA